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domingo, 18 de octubre de 2009

“Los Sustitutos”, ¿futuro o presente?

Si hoy, a tí, a mí... a todos, se nos presentase la oportunidad de delegarle a una especie de doble de uno mismo, no nos engañemos, a una versión mejorada de uno, más fuerte, más guapa y por siempre joven (porque si la hacemos, la hacemos bien!) toda la actividad de nuestras vidas, desde el trabajo hasta la vida social y que esto encima le reporte una existencia mucho más cómoda y satisfactoria tan solo realizando un único esfuerzo: dirigir todo esto desde el sillón más cómodo de nuestra casa, seguramente, TODOS, sin excepción diríamos que a tan “increíble y salvadora propuesta”, ¿no?

Con la diferencia que para nosotros hoy todavía es meramente un sueño, en la película “Los Sustitutos”, gracias a un fenómeno High-Tech, es un hecho donde la gente, en un futuro no muy lejano, podrá comprar una versión perfecta de sí mismo para desarrollar cualquier actividad de su vida, tan solo teniendo que dirigir los pasos de este otro yo perfecto.

La película que se estrenó hace casi un mes, concretamente el 25 de septiembre, es de Jonathan Mostow cuyo protagonista es interpretado por Bruce Willis. Trata sobre dos agentes del FBI que investigan el misterioso asesinato de un estudiante universitario relacionado con el hombre que participó en la creación del fenómeno de Los Sustitutos, que permiten a la gente comprar versiones perfectas de sí mismos controlados por control remoto. Estas máquinas perfectas acaban asumiendo sus roles vitales, de modo que la gente puede experimentar la vida a través de otro cómodamente sentados en el sofá de su casa.

Pero el asesinato pone de manifiesto una cuestión que me gustaría plantear aquí en el Blog: “en un mundo de máscaras, ¿quién es real y en quién se puede confiar?”

Esta sociedad presentada en la película es un salón de chat llevado a un entorno real, en el que nadie es realmente lo que aparenta y dice ser. Al reflexionar te das cuenta del progresivo aislamiento de las sociedades actuales (ese uso de dobles robóticos bien podría ser interpretado como una versión extrema de Facebook, Nettby u otras redes sociales) o la disolución de la identidad en los entornos digitales (como el personaje de la espectacular prostituta de la discoteca, quien resulta ser realmente un hombre gordo y feo).

Nos hablan de un mundo en el que la interacción humana en la vida real, como he dicho, es sustituido con robots antropomórficos (es decir, el hecho de atribuir rasgos y cualidades humanos a las cosas), los cuales se pueden elegir a gusto del consumidor para dar una imagen idealizada de cada uno de nosotros. Ahora la raza humana vive conectada a unos aparatos de realidad virtual que le muestran lo que ven y sienten sus "sustitutos”.

Ahora bien, siguiendo el título de la entrada, “¿Los Sustitutos, es una película sobre el futuro o sobre el presente? Creo que la acción sin lugar a dudas se sucede en el futuro, sin embargo, el mensaje que se propone dar está dirigido al presente, para que tomemos conciencia de hasta dónde puede llevarnos el abuso de la tecnología y de la estética.

Así pues, primero fue el ordenador, luego el correo electrónico, los teléfonos móviles diminutos e Internet. Y hoy "sustitutos" robotizados tremendamente perfectos que reemplazan a sus menos atractivos sustituidos. Gente normal que ya no tiene que aventurarse en el mundo real.


"¿Y si la tecnología hubiese ido demasiado lejos?"

viernes, 9 de octubre de 2009

“REGULAR o NO LA TELEVISIÓN, Esa es la cuestión”

"Las programaciones de radio y televisión, en las franjas más susceptibles de audiencia de niños y adolescentes, deben favorecer los objetivos educativos que permitan estos medios de comunicación y deben potenciar los valores humanos y los principios del Estado económico y social".
Ley
8/1996, de 27 de julio

A continuación se especifica: "Las emisiones de televisión no deben incluir programas ni escenas o mensajes de cualquier tipo que puedan perjudicar seriamente el desarrollo físico, mental o moral de niños y adolescentes, ni programas que fomenten el odio, el menosprecio o la discriminación por motivos de nacimiento, etnia, sexo, religión, nacionalidad, opinión o cualquier otra circunstancia personal o social".

¿Son estas premisas dictaminadas por Ley en lo que se basan los programas que se nos ofrecen hoy en día? En mi opinión NO en la gran mayoría y de esta manera quería introducir un nuevo tema junto a todos vosotros, centrándome en niños y adolescentes, grupos más propensos a “sufrir” los efectos de los medios, porque cuando l@s chic@s finalicen su etapa educativa formal habrán pasado más tiempo mirando la televisión que en el aula. Mientras ésta puede entretener y/o informar, también puede influenciarlos de manera indeseable. Y esta influencia puede ser negativa en el desarrollo de un sistema de valores y en la formación del comportamiento.


Además el tiempo que se pasa frente al televisor es tiempo que se le resta a actividades importantes como la lectura, el trabajo escolar, el juego, la interacción con la familia y el desarrollo social. Muchas veces no saben diferenciar entre la fantasía presentada en la televisión y la realidad. Están bajo la influencia de miles de anuncios comerciales que ven al año, muchos de los cuales son de bebidas alcohólicas, comidas malsanas, comidas de preparación rápida y juguetes.

Los padres deben de asegurarse que sus hijos tengan experiencias positivas con la televisión y pueden ayudar: mirando los programas con los hijos, escogiendo programas apropiados para el nivel de su desarrollo, poniendo límites a la cantidad de tiempo (a diario y por semana), apagando la televisión durante las horas de las comidas en familia y del tiempo de estudio, apagando los programas que no les parezcan apropiados para ellos, etc. Por ejemplo, las horas de estudio deben dedicarse al aprendizaje, no son para sentarse frente a la televisión mientras tratan de hacer la tarea y las horas de las comidas son tiempo para conversar con otros miembros de la familia.

No hay que olvidar nunca estimular discusiones con los hijos sobre lo que están viendo mientras miran programas juntos, señálando el comportamiento positivo como la cooperación, la amistad y el interés por otros y a la vez, estimular al niño para que se envuelva en pasatiempos, deportes y con amigos de su misma edad. Y es que con una orientación apropiada, los niños pueden aprender a usar la televisión de una manera saludable y positiva.

De todas formas, no solo la responsalibilidad es de los padres, sino que es necesario repartir dicho compromiso de la formación de la infancia impulsando la implicación de todas las personas que directa o indirectamente pueden influir en la formación infantil y juvenil, ya sea desde la misma escuela, vecindario... y por supuesto, los propios medios.

Hay organizaciones y órganos como el CAC (Consejo Audiovisual de Cataluña) que se encarga de velar por el respeto de los derechos y libertades de los ciudadanos en las radios y televisiones regionales, regulando y apoyando el desarrollo de la industria audiovisual de Cataluña y velando por el cumplimiento de la normativa audiovisual observando la adecuada relación de la Administración con los medios de comunicación audiovisuales. Y una de sus misiones es garantizar y promover el respeto a los valores y principios constitucionales, y en especial, la protección del pluralismo, la juventud y la infancia.

En la misma página web (http://www.cac.cat/) se ofrecen enlaces a otras webs interesantes sobre el tema, documentos, manuales y materiales a todo ususario, tanto a familias como profesionales, ya sea de la educación y/o de los medios de comunicación.

Dicho esto, creo que la televisión se ha proclamado como el gran referente social y cultural de las sociedades contemporáneas. Idolatrada y denostada a partes iguales, ocupa gran parte del tiempo de los ciudadanos de las sociedades avanzadas. No hay clase social o cultural que se sustraiga a la seducción de las imágenes y mediatiza la vida de adultos y jóvenes en la misma medida.

Pero la televisión se ha convertido en la caja de Pandora a la que todo el mundo culpa de la mayor parte de los males que aquejan a los ciudadanos. Filósofos, profesores, sociólogos, padres y madres reflexionan sobre el poder de la televisión. Hay una frontera que separa a los que resaltan lo bueno del medio (sus posibilidades de conocer el mundo en directo, sus usos en educación, su capacidad para entretener y divertir) y los que opinan que el conocimiento superficial, la incultura y el aburrimiento se introducen en el seno de las familias por medio de este ingenio tecnológico cada día más perfeccionado.

Hasta la clase política ha percibido que debe dar respuesta a todos los interrogantes que plantean los ciudadanos: ¿Hay manipulación informativa en todas las televisiones, tanto públicas como privadas? ¿Es realmente necesario que existan televisiones públicas? ¿Cómo deben ser éstas financiadas? ¿Es necesario regular el sector o es preferible dejarlo según las necesidades del mercado?... En este sentido ha habido en Europa tres interesantes intentos por regular (o no) la televisión:
- El Consejo de Europa
ya en 1986 ofreció una serie de consejos sobre las televisiones públicas encaminados a que éstas ayuden a la difusión de valores democráticos y a la difusión de la cultura europea.
- El Senado francés a finales de 1996-1997 emitió un documento que era al mismo tiempo reflexión y advertencia: por un lado se indagaba en el peso que la nueva cultura de la información tenía sobre el ciudadano, haciendo especial hincapié en la televisión, y por otro se concluía que era necesario un cierto control que tuviera como consecuencia una televisión de calidad.
- De la misma manera en 2004, el gobierno de Rodríguez Zapatero reunió lo que llamaron un «consejo de sabios» para que reflexionara y apuntara soluciones sobre el fenómeno televisivo. El cual propuso una televisión de calidad que no persiga exclusivamente el beneficio mercantil.


La polémica continúa aún vigente entre el intervencionismo estatal o la preponderancia de las leyes del mercado. En definitiva, ¿debe la televisión pública competir con las televisiones privadas o tiene que cumplir la función social del servicio público y garantizar calidad?

Personalmente creo que habrá personas en contra de regular la televisión porque lo asimilan como censurar los medios, como un método social represivo. Pero la garantía de la libertad de expresión e información es un presupuesto del correcto funcionamiento de un sistema democrático. La función de la libertad de información es fundamental cuando se trata de la televisión ya que ésta se constituye no solo en un medio, sino también en un factor en la formación de la opinión pública.

Esta doble vía la convierte en una especie de foro con una poderosa fuerza sugestiva donde define como “real” todo lo que vemos. Exigir que la información cumpla con determinados requisitos de programación orientados a fortalecer la democracia, no es lo mismo que imponer contenidos específicos en esa misma programación. El Estado no viola su papel neutral en la información si exige que la información difundida por el medio audiovisual deba ser veraz, objetiva, e imparcial; que deban separarse claramente los contenidos informativos de las opiniones (ejemplo de TODOS los telediarios actuales, porque no se salva ni uno) y que deban ilustrarse varios puntos de vista relevantes sobre un tema.

El problema surge cuando la velocidad del medio y la necesidad de retener la audiencia, ante la alta oferta televisiva, provocan que todos los formatos, novelas, concursos, telediarios... recurran cada vez más a la exaltación de emociones: amor, odio, celos, venganza como resortes dramáticos efectivos para el fin último de retener audiencia. En su afán por lograr altos niveles de share, la televisión en el mundo está olvidando su principal receptor: la familia y las audiencias protegidas dentro de ella, la niñez y la juventud, quienes, evidentemente como ya he dicho anteriormente, tienen el poder de dejar el mando y ponerse a leer un libro.

Por último ya, decir que los nuevos formatos del medio también dificultan su regulación. ¿Cómo legislar ahora que los mismos sujetos están dispuestos a “vender” datos de su intimidad que acaban convirtiéndose a la fuerza en asuntos de interés público? ¿Cómo defender el derecho del buen nombre o a la intimidad cuando éstos se volvieron gracias a algunos realities y programas de concurso “bienes negociables”? Lo triste es haber llegado a este punto, al hecho de tener que preguntarnos si hace falta o no regular los medios de comunicación.



“En la medida que dejemos de ver basura entonces dejará de existir”

domingo, 4 de octubre de 2009

“¿Cómo construye la T.V. una Realidad?”

La televisión es una fábrica de mundos, de generar realidad social , porque la representa y porque al representarla produce mediaciones, la reestructura y la expresa en modelos diferentes de representación. Se producen así diferentes relaciones entre televisión y realidad , entre apariencia y verdad. El valor de espejo de realidad de la televisión se conjuga con el factor espectacular de la misma. Lo cierto es que se produce una continua interacción entre realidad y televisión.

Tal y como César Coca asegura en su libro “La caja sucia. Telebasura en España”, «la televisión ha dejado de mostrar la realidad para construirla, porque es más barato». Según el sociólogo “es una forma de televisión caracterizada por el morbo como soporte para atraer audiencia y con un enfoque distorsionado de los personajes.” Es decir, estamos llegando, o lo que es peor, hemos llegado a una televisión que convierte lo privado en público, que trivializa géneros periodísticos, en la que hay grito en lugar de debate; enfrentamiento y linchamiento, en vez de diálogo. Y una televisión en la que se entroniza a la 'ordinary people', a la que convierte en experta de algo sin saber nada. A este fenómeno se le ha dado el nombre, como ya dije, de Telerealidad, telebasura o reality show y existen, según Wikipedia,
tres tipos principales de telerrealidad:

a) Observador pasivo: la cámara observa pasivamente las actividades cotidianas de una persona o de un grupo de personas.
b) Cámara escondida: la cámara observa a personas que “ignoran” que son filmadas. Suele utilizarse en programas que hacen bromas o enfrentan a la gente a situaciones inverosímiles y filman sus reacciones para entretener a su audiencia.
c) Concurso de telerrealidad: un grupo de personas en un ambiente cerrado compiten por un premio, mientras son observados de forma contínua por las cámaras. La competencia es uno de los incentivos de situaciones dramáticas más explotados.

Realmente a pesar de lo que su nombre implica, la telerrealidad rara vez muestra situaciones verdaderamente espontáneas, pues los individuos son puestos por lo general en escenarios que no les son familiares o fuera de su contexto de vida. Utilizando para ello la omnipresencia de cámaras televisivas en todas las actividades cotidianas de los protagonistas durante la duración de la emisión.


A día de hoy hay multitud de formatos o programas dentro de este género, pero los más destacados son los siguientes:
- Tipo Superviviente (La selva de los famosos, Supervivientes...), donde un grupo heterogéneo de personas es llevado a un lugar remoto sin servicios elementales, en el cual deberán buscar su sustento y deberán competir para obtener productos elementales.
- Tipo Gran Hermano (La casa de tu vida, la granja de los famosos, GH, el Bus...), : Su nombre lo toma del personaje de la novela de Orwell, 1984, escrita en 1948. Este escritor imagina cómo sería el mundo en 1984 y construye a los hombres viviendo bajo la vigilancia de un dictador, El gran hermano, que todo lo veía y controlaba. Aplicaron la idea con un grupo de personas dentro de una casa y tuvo mucho éxito.
- Tipo Academia (Operación Triunfo, Fama, Factor X, ...): aspirantes a cantantes, bailarines, etc son seleccionados para habitar en una escuela de arte cerrada, donde reciben lecciones y son eliminados en función de su habilidad juzgada por jueces, o bien por el voto popular.
- Tipo Soltero (Hombres y mujeres y viceversa, Granjero busca esposa...): un hombre o mujer solteros deberá elegir entre un grupo de pretendientes. En esta clase de emisiones, suele ser el soltero el que decide quién prosigue en la competición.
- Tipo Imagen (Cuestión de peso, Cambio radical...): programas que cambian la imagen de los participantes, ya sea por simple estética o por factores de salud, como la obesidad.

Se trata de un repertorio amplio de programas muy controvertidos, de difícil definición y en evolución continua, blasfemados por algunos, cuestionados por todos, que han recibido apelaciones despectivas (telebasura), pero que han alcanzado lugares de privilegio en las parrillas de las cadenas (prime time) y gran éxito de audiencia, batiendo en algunos casos récords de audiencia históricos en la televisión española.

Como afirma Mª Dolores Cáceres, Profesora de Teoría de la Comunicación en la Universidad Complutense de Madrid, “la principal característica de estos programas es que parten de la realidad de la mano, principalmente, de sujetos anónimos, pero con un tratamiento basado en la espectacularización que los aleja de ella: son una construcción mediática y social no exenta de valores e ideología”.


Sobretodo que no se puede olvidar que se trata de una realidad espectacularizada, es decir con un tratamiento que “utiliza técnicas de recreación, dramatización, guionización y reconstrucción, que a veces los aproxima a la ficción y los aleja de la realidad;” la cual solo tiene atractivo para la audiencia con el aderezo de lo dramático, lo inusual, lo extremo, lo llamativo, lo escabroso, lo emotivo, en definitiva, lo espectacular.


Y no solo que lo que aparece en la pantalla pantalla no es la realidad sino que la televisión no muestra toda la realidad. Para que nos entendamos seguidores del Blog, lo que se muestra es real, porque se trata de personas reales en situaciones reales, pero con un tratamiento que lo acerca a la ficción. Y según la profesora Cáceres, "los acontecimientos que muestra la telerrealidad no son verdaderos ni falsos, sino acontecimientos mediáticos." Totalmente de acuerdo.


Finalmente a mi parecer creo que la propia denominación que reciben usualmente estos programas -reality show, talk show, infoshow, late night show, etc.- pone de manifiesto este carácter espectacular: el show es lo que está concebido para ser mostrado, para llamar la atención. Y es que dicho tratamiento cumple esta función: captar la atención del televidente que zappea continuamente y retenerle delante de la pantalla para que no cambie de canal y asegurarse la audiencia que, en última instancia, garantiza la supervivencia del programa.