En una sociedad dominada por los medios de comunicación, la escuela no puede olvidar la presencia y los efectos de la publicidad. Desde que nacermos estamos constantemente recibiendo mensajes audiovisuales; las imágenes que recibimos no son neutras, sino que están cargadas de mensajes, de intenciones, que no siempre son claras y juegan con las percepciones, conductas y emociones.
A pesar de los múltiples efectos negativos de este medio, también nos ofrece múltiples posibilidades educativas, informativas y de comunicación que no deben ser desaprovechadas. Así, la televisión puede ser interesante como objeto de estudio y también puede ser considerada como un recurso útil para abordar diversos temas transversales (coeducación, educación para la salud y el consumo...) y un centro de interés para abordar diversos contenidos curriculares.
Aunque a veces se introduzcan actualizaciones aparentes de la doble discriminación social (porque pretende excluir a ambos sexos de la amplitud de opciones sociales existentes), la publicidad sigue insistiendo en difundir conductas arquetípicas: expansivas, dominantes, desafiantes y autónomas para los chicos; pasivas, dominadas, inseguras ydependientes para las chicas.
En el fondo, lo que se propone como objeto de consumo no es más que todo aquello que se presenta como deseable. Es decir, se llega al consumo después de haber asumido como propio el deseo, la expectativa de conseguir, mediante la posesión de una amplia variedad de objetos, un repertorio de privilegios intangibles, como la felicidad, la admiración y un sinfín de situaciones extremas y excitantes. Por ejemplo, hay que confiar —¿quién no lo hace?— en que la felicidad, en cuanto que es absoluta e indiscutiblemente deseable, renovará nuestras vidas cuando cambiemos nuestro viejo móvil por uno nuevo, que a su vez nos colmará de energía.
Evidentemente lo que no se cuenta es la factura que hay que pagar cada mes para mantener el tipo de vida publicitado. Esto forma parte de la elipsis (de lo que no se dice) de este universo publicitario sin consecuencias.
Frases como “tú eres diferente”, que aparecen con frecuencia en los mensajes publicitarios, contribuyen en realidad a uniformar gustos y hábitos: las mismas bebidas, los mismos vehículos, los mismos desodorantes. Así se construye un genérico juventud que no tiene relación alguna con las experiencias reales y que sólo existe en este territorio de lo imaginario donde se construyen las identidades.
Poniendo otro ejemplo, los spots dirigidos al público infantil diferencian claramente a quién está destinado el producto. Para ello, definen con claridad los escenarios (interiores para las niñas, exteriores para los niños), la tipología del juego (acción para los chicos, atención y cuidado para las niñas), los colores dominantes (el azul para los niños y el rosa para las niñas) y otros aspectos relacionados con tópicos sexistas similares.
De manera que por estas razones entre otras, es necesaria de una vez por todas una correcta afabetización audiovisual, para preparar a los niños delante de los medios y por ende, frente a la publicidad, dotándoles de la mirada crítica de la cual carecen. Así las nuevas generaciones conformarán una nueva sociedad y sabrán entrever por ejemplo, las diferentes estrategias que se utilizan para determinar (casi sin decirlo) a qué género se dirigen unos anuncios u otros, y permitirán descubrir asimismo la función de la voz en off en la construcción del mensaje persuasivo.
El programa
“Mira’m bé” (Mírame bien) del canal 33 de Cataluña, va dirigido a público joven para aprender a ver la Televisión y uno de sus capítulos estuvo dirigido a la publicidad. En esa ocasión, analizaron lo que se escondía detrás delos anuncios ublicitarios y alertaba sobre la publicidad engañosa. O también de la misma autonómica, el programa
“Un forat a la butxaca”-2007- (un agujero en el bolsillo), donde trataron el consumismo en los jóvenes de hoy día, concretamente cómo funcionaba la publicidad, los diferentes tipos y se les daba consejos para no dejarse llevar por los anuncios, sino por sus necesidades reales.
http://www.tv3.cat/videos/220271839Como apunta Carmela Aspillaga Pazos, autora del libro “Capacidad educativa de la publicidad”, “la publicidad les da a los publicistas la posibilidad de aportar algo más a la sociedad, deben despertar en ellos la conciencia de invertir en educación al realizar su trabajo, prestando de esta forma, un servicio que podría ser de valor incalculable.”
Es decir, la autora recalca el gran poder existente en las manos de las personas que diseñan y crean cada pieza publicitaria.
Comentar también para acabar, que la publicidad se puede aprovechar perfectamente para trabajar valores como la solidaridad, el compañerismo, la igualdad, el respeto, el aprecio, la multiculturalidad, etc. tan faltos en las sociedades actuales. Aunque de todas formas, como pedagogos y pedagogas, no podemos decir simplemente “Es que antes era todo más sencillo”, sino que la cuestión debería de ser: “la publicidad y en general, TODO, ha evolucionado a gran escala pero en términos educativos, ¿por qué la escuela no evoluciona y continua igual que hace 30 o más años?”