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sábado, 7 de noviembre de 2009

“¿ES UN SUEÑO LA OBJETIVIDAD EN LOS MASS-MEDIA?”

Que los informativos están sesgados es una verdad innegable. Que éste es un mal difícilmente reparable es también bastante evidente. Lo que más me preocupa es que cada día se está perdiendo la objetividad en los informativos (si alguna vez ha existido), tanto de sus contenidos como de sus presentadores.


"¿Dónde quedó aquello de que un periodista de un informativo debe ser neutral y que no debe intentar dar su opinión sobre una noticia?"


La cuestión de la existencia o no de la objetividad en el ejercicio de la profesión periodística no es nueva. Muchos han sido los autores que han teorizado sobre este aspecto tan delicado y complejo a la vez, como lo es el grado de objetividad o subjetividad que contienen las informaciones que transmiten los medios de comunicación: radios, televisiones, periódicos y, ahora cada vez más extendido, internet.

Está claro que detrás de cada periódico hay un grupo editorial con una ideología. Y detrás de ese grupo editorial unas empresas que lo mantienen con su dinero. Por eso pedir que un periódico no tenga hoy día una tendencia ideológica determinada es casi un imposible.


Ahora bien, frente a otros periódicos que nos dejan ver sus ideas en sus artículos de opinión, sus columnas o sus editoriales (algo que veo normal y lógico), La Razón (mojándome en poner un nombre por ejemplo) se sirve de sus ideales para incluirlos en lo que son los géneros meramente informativos (noticias, reportajes, crónicas...) y esos deberían ser lo más objetivos posibles pues su única misión es la de informar a sus lectores.

Por otra parte, mientras que unos afirman que la objetividad es posible o que es una meta deseable y alcanzable, otros, en cambio, dudan que pueda darse, llegando incluso a negar su existencia.


Porqué es tan difícil ser objetivos, es decir, cuando nos preguntamos sobre quién decide lo que es noticia, quiénes son los periodistas supuestamente capacitados para ser testigos de primera fila, cómo es tratado ese material recogido sobre el terreno…son cuestiones elementales que nos deberían llevar a pensar detenidamente sobre las dificultades para transmitir fielmente lo que ocurre y por qué ocurre en toda su dimensión, en toda su profundidad.

La pregunta al fin y al cabo es: “¿la información que recibimos de los medios es objetiva?” En mi opinión personal los medios de comunicación actualmente, han aprendido a vender su objetividad, es decir prefieren ganar dinero o raiting, que darnos una información confiable y de calidad, que nos mantenga informados, en su lugar crean para notros una realidad alterna que favorece sus intereses y no los nuestros.

Diariamente los medios informativos nos dan notas al respecto; notas que para muchos son confiables, veraces y muestran la realidad de las cosas, pero realmente no es así, todos sabemos que las televisiones por ejemplo, son las menos objetivas e imparciales, ya que sólo favorecen a uno de los candidatos (hablando en términos de política), pero no por convicción si no por conveniencia o por obligación dejando así que la objetividad desaparezca.


Hace falta comentar que es algo difícil abarcar todos los aspectos que nos señalan la falta de objetividad en los medios de comunicación, pero lo que no es tan difícil es crear una visión crítica y analítica de lo que vemos, oímos y leemos, así podremos darnos cuenta de que no todos los medios de comunicación son tan confiables como creemos.

"Los hechos son sagrados, el comentario es libre", fue la coartada perfecta difundida cerca del Siglo XX, para escindir lo objetivo de lo subjetivo, para separar la paja del trigo, al periodista de la crítica. Mientras tanto, los directivos de los diarios se guardaron el derecho de hacer sus interpretaciones subjetivas en sus páginas editoriales. Idea contemporánea al postulado weberiano, donde el técnico habla desde un lugar y el político desde otro; pero político y técnico nunca confluyen en un hombre integral.


La nueva forma de hacer prensa garantizaba a los editores el control de sus periodistas. Una especie de primer manual de estilo, o cláusula contractual implícita, donde la consigna era que la noticia debía ser "un espejo plano de la realidad", pensada como una cosa exterior a cualquier subjetividad. El hombre de prensa medía, verificaba y reconocía, pero no más. Automatización sagrada que debía ser reproducible sin alterar su esencia: "la objetividad exige solamente que los reporteros se hagan responsables de cómo informar, no de lo que están informando".

Sincera y lamentablemente considero que la objetividad no existe, puesto que el solo hecho de acudir al lugar de la noticia y observar el suceso implica ya por si mismo, un juicio, tal y como ya predecía el físico Heisenberg a mediados del siglo XX:

“El propio hecho de la observación altera al observador y a lo observado" .

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